Va a hacer un año que no escribo aquí, pero la ocasión no merece menos. El Real Madrid ha levantado su duodécima Champions hace apenas media hora. Escribo en caliente porque me ha venido un arrebato de realidad, y tengo muchas ganas de expresar lo que siento ahora mismo.
El Real Madrid ha conseguido su tercera Champions en los últimos cuatro años, a parte de llevarse la liga española éste año. La mejor noticia para los madridistas, más allá de los títulos, es que por fin se empiezan a hacer las cosas bien. El club ha apostado por una gestión diferente respecto a la última década y sin duda le está funcionando. Ésta evolución en la manera de hacer las cosas tiene un claro responsable: Zidane. Florentino ha dejado por fin libertad a un entrenador para construir un proyecto más allá del escaparate. Los cromos de Florentino han dejado de ser indiscutibles, y Zidane decide quien juega y quien no. Con Bale recuperado, hace apenas tres años, hubiese sido impensable que Isco jugase la final. La confianza en el francés fue absoluta desde el primer momento, y el apoyo de la afición y también de la plantilla ha sido determinante para cuajar.
Aunque Zidane ha encajado a la perfección en el hueco que el club necesitaba, no creo que sea un gran entrenador. Los planteamientos y los cambios tácticos para solucionar partidos dejan mucho que desear, y aunque fue uno de los mejores jugadores del mundo, su visión como entrenador está todavía muy verde. La clave de su éxito reside en su persona. Zidane ha sabido transmitir a cada uno de los jugadores su importancia en la plantilla, y se lo ha demostrado con minutos. Si algo ha sabido hacer como entrenador ha sido crear una plantilla competitiva convencida de su valor, y los jugadores han respondido con esfuerzo, calidad y también con goles. Las tácticas y variantes se pueden aprender, pero la capacidad de convencer a tus jugadores de que son los mejores es el mayor reto de un entrenador.
Zidane ha apostado por jugadores como Isco, Nacho, Asensio, Lucas Vázquez o Morata entre otros, la mayoría de ellos jóvenes de la cantera que sienten la camiseta como suya, y eso es algo que no se compra. El mérito está en confiar en ellos y no en los que venden miles de camisetas.
No soy una gran aficionada al fútbol del Madrid. Llevo muchos años disfrutando de un Barça que cuida la pelota, que la quiere y que la disfruta cuando la tiene, y me cuesta acostumbrarme a otro fútbol que no sea ese. El tiempo me ha enseñado que a pesar de ello, todos los sistemas y formas de jugar tienen su valor. La riqueza del fútbol está en sus diferentes versiones, aunque yo disfrute más un sistema que otro. Es por eso que he intentado adivinar a qué juega exactamente el Madrid, y por fin lo he entendido. El Real Madrid juega a ganar. No importa el cómo. La afición lo que espera de su equipo es que haga todo lo posible por llevarse la victoria. Lo importante no es el sistema, ni los jugadores, lo que hace ganar al Real Madrid es su ambición, y lo hemos visto muchas veces ésta temporada. El equipo ha luchado siempre hasta el final por la victoria, y el mejor ejemplo fue El Clásico. El Madrid se vio tan capaz de marcar el tercero, que se volvió al ataque olvidándose de defender. Y entonces apareció Messi.
El Real Madrid va por el buen camino
La situación del club blanco me provoca envidia. Mientras ellos tienden a encaminar la gestión hacia el buen camino, el Barça hace todo lo contrario. Aunque Florentino sigue siendo Florentino, su confianza en Zidane le ha sido devuelta en éxitos. Más allá de lo que el presidente pretenda hacer con el club, por fin ha entendido que el líder del proyecto debe ser alguien de fútbol y no él.
El Barça deberá trabajar y mucho si quiere competir de verdad con un Real Madrid muy pensado. El club catalán está desaprovechando a Messi. Mientras el Madrid ha rodeado a Cristiano con los mejores, el Barça tiene al mejor mal rodeado, esperando que sea él solo quien gane la Champions. Y no quiero decir que el Barça tenga un mal equipo, pero la visión de futuro está siendo nula, y mientras el Real Madrid se ha llevado a Isco o Asensio, el Barça vendió a Thiago por 18 millones. El Madrid está plantando las bases para el futuro, mientras que el Barça se agarra a Messi como si el argentino fuese eterno.
Pintan bastos para el Barça, y lo peor de todo es la falta de confianza que genera ésta directiva. Los equipos viven etapas, y debemos asumir que estamos de lleno en la del Real Madrid.